REVIEW Baccarat Nueva York: el hotel de lujo que todos buscábamos
Como si estuvieramos en una escena de película el hotel ubicado en el corazón de Manhattan es una experiencia inmersiva en si misma
Norberto Sica
La historia de la marca se remonta un par de siglos en el tiempo a 1764 cuando en el pueblo de Baccarat, en la provincia de Lorena, en el este de Francia, se creó el primer el taller de vidrios que, con los años se convirtiría en sinónimo del cristal más refinado y valorado del mundo, a punto de ser reconocido como «el cristal de los reyes». Muchos años más tarde, en marzo de 2015 y como parte de una expansión global, abrió sus puertas el fascinante y único en su tipo hotel Baccarat Nueva York.
Ubicado estratégicamente en una de las zonas más prestigiosas de Manhattan, el hotel Bacarrat Nueva York, está frente al reconocido museo de arte contemporáneo MoMA, a metros de la Quinta Avenida y a minutos caminando de la paz y naturaleza del Central Park o de la siempre intensa Grand Central Station.
La torre presenta una fachada de vidrio prismático que recuerda el resplandor de los cristales Baccarat refractando sutilmente la luz en sus 50 pisos. Además de las 114 lujosas habitaciones del hotel, el rascacielos cuenta con un vestíbulo independiente con 60 elegantes residencias privadas.
Al arribar al hotel nos encontraremos con una pared de casi ocho metros adornada con más de dos mil vasos colocados horizontalmente e iluminados con luces LED, en una instalación de arte que parpadea sutilmente a lo largo de todo el día. Además, grandes candelabros dicen presente, entre los cuáles se destaca uno con más de 26.500 piezas de cristal.
Sus interiores rinden homenaje a la refinada estética de la Francia del Siglo XVIII, al tiempo que incorporan la sensación de una casa privada del Siglo XXI.
Las habitaciones cuentan con escritorios, apliques y lámparas de mesa personalizadas, con distintas tamaños que comienzan en los aproximadamente 40 metros cuadrados hasta llegar a la suite principal con más de 150 metros cuadrados.
Todas las habitaciones poseen ventanales de piso a techo, camas con dosel, ropa de cama jacquard personalizada de Mascioni y duchas de vidrio ocultas por puertas francesas pintadas a mano.
Estos baños de mármol están llenos de amenities diseñados exclusivamente para el hotel por el perfumista parisino Maison Francis Kurkdjian.
Como si fuera poco, cada cuarto tiene una vitrina en la puerta de ingreso con una pieza de cristal, que nos da la bienvenida.
Algunas características del diseño del hotel incluyen pisos de parquet clásicos e intrincados paneles de madera empalmados con cromo pulido; elementos de cristal recontextualizados incorporados como instalaciones artísticas; paredes y techos tratados con materiales ricos como seda plisada, boiserie plateada y relucientes fragmentos de mica.
La estética opulenta del bar presenta terciopelos carmesí, cueros oscuros, así como un piso a cuadros en blanco y negr,: creando un escenario seductor, especial para cenas o cócteles. Más allá del bar, con vistas al Museo de Arte Moderno, unas puertas francesas de gran tamaño conducen a la hermosa terraza ajardinada del hotel, salpicada de topiarios y cómodos asientos.
El lujo se extendiende hacia el subsuelo del hotel. Allí nos encontraremos el majestuoso Spa de la Mer, con salas de tratamiento adornadas con un hermoso mural de algas marinas pintado a mano, lindero a un fitness center con máquinas de última generación y una piscina de casi 20 metros con azulejos blancos y negros.
Como si estuvieramos en una escena de película el hotel Baccarat Nueva York es una experiencia inmersiva en si misma, que hay que conocer.