The Fabelmans, es la última película de Steven Spielberg, una suerte de biografía de su infancia, y su primera vinculación con el cine
RedacciónSuele pasar. En más de una ocasión vemos el tráiler de una película y el mismo está tan bien logrado, que puede jugar en contra a la hora de ver un film. Eso pasa con The Fabelmans (a la que también podríamos llamar The Spielbergs), la nueva producción del talentosísimo director Steven Spielberg.
Con más de 30 títulos dirigidos, con éxitos que van desde, obviamente E.T. El Extraterrestre, a El Color Púrpura, Minority Report (Sentencia Previa), AI Inteligencia Artificial, La Lista de Schindler, Caballo de Guerra, The Post, Munich y la lista continúa, es imposible encontrar una película del director que uno diga que no es buena. Una podrá ser mejor que otra, pero hay algo que garantiza su dirección: es que estaremos siempre ante una apuesta de calidad.
Sin embargo, The Fabelmans, no quedará entre las mejores y eso, tampoco es algo malo. Es Spielberg, ¿ok? ¿Hay que verla? Claro. ¿Nos deslumbrará? No. ¿Disfrutaremos de la historia? Seguro. Entonces, ¿qué falla?
The Fabelmans cuenta la historia de un joven llamado Sam Fabelman, que vendría a ser el propio Spielberg. Comienza con la primera vez que fue a ver una película al cine y queda asombrado por una escena en la que un tren choca contra un automóvil y luego contra otro tren. Eso lo hace tener pesadillas, aunque queda interesado por lo que vio y su padre, un hombre absolutamente «técnico» decide regalarle un tren eléctrico.
La recreación de la escena que vio en el cine es su primer paso en el mundo de la cinematografía, utilizando la cámara del padre. Desde allí, comienza a filmar escenas familiares y ya cuando pasa a la adolescencia, lo que era un hobby termina convirtiéndose en una pasión que quiere seguir como profesión, usando a sus amigos, compañeros y familiares, para hacer sus primeras producciones.
Esa vinculación con el séptimo arte, viene del lado de su madre, una frustrada cantante y pianista, de espíritu libre y aventurero, bien diferente al carácter de ingeniero de su marido.
En algún momento, cuando uno como espectador quiere involucrarse más en la historia fílmica de Sam/Steven, el guión se pierde en cuestiones extremadamente personales como los problemas de bullyng en la escuela (por ser judío) o en la separación de su familia, ya que su madre está enamorada del mejor amigo de su padre.
Pensando en la cinematografía y el manejo de cámaras, Spielberg hizo cosas notablemente mejores. Y esta, su película, era una gran oportunidad de mostrar de todo lo que es capaz. OK. Quizás ya sabemos todo lo que puede lograr y cómo inspiró a generaciones de directores. Pero, hubiera sido un broche dorado para una carrera impresionante.
La actuación de Michelle Williams como la madre de Sam, está a la altura de sus trabajos anteriores, Paul Dano, como su padre, cumple con el cometido y el Sam adolescente, interpretado por Gabriel LaBelle, está más que bien logrado.
Hace algunos años, cuando J.J. Abrams, fanático de Spielberg, hizo la película Super 8, como un homenaje a Spielberg, nos encontramos con un producto 100% Spielberg, con toda la magia a la que Steven nos tenía acostumbrados. Desde la historia, hasta la iluminación, la música, la cinematografía y una clara reminiscencia a la frase del director de ahora 75 años en la que hace mucho tiempo afirmó: «Estoy dispuesto a ser adulto con la única condición de conservar mi pasaporte a la niñez».
Mientras Super 8 tenía alma, pasión y sentimiento, con The Fabelmans, nos encontramos con una película demasiado pequeña, para un director tan enorme. Pero es la historia que Spielberg quiso contar. Y como dijo en una entrevista, termina siendo una «sesión de terapia de 40 millones de dólares». Y a esta altura de su carrera, puede darse esos lujos.
