Los Ángeles tendrá el puente para animales más grande del mundo

En abril de 2024 comenzaron las obras del que se convertirá en el puente para animales más grande del mundo, que permitirá a la fauna de la zona pasar de manera segura desde las montañas de Santa Mónica hasta las del valle de Simi de la cordillera de Santa Susana. El paso elevado Wallis Annenberg, abarcará 10 carriles y proporcionará un paso seguro para pumas, coyotes, linces y sapos, dentro de un largo listado de animales.

Además de su uso puntual en el estado de California, se espera que este puente para animales más grande del mundo, sirva como modelo para la conservación de la vida silvestre urbana.

El puente sobre la autopista U.S. 101 tendrá un costo total de 90 millones de dólares, se extenderá 200 pies del largo (poco más de 60 metros) y 170 pies de ancho (50 metros), además de un camino secundario que se encuentra a unos 56 kilómetros al noroeste del centro de Los Ángeles.

El puente se espera que esté terminado a principios de 2025 y su nombre Wallis Annenberg Wildlife Crossing es en honor al filántropo cuya fundación donó 25 millones de dólares.

Alrededor de 300.000 automóviles al día viajan por ese tramo de la autopista, rodeada por un mosaico de áreas silvestres protegidas que conectará el nuevo cruce.

Los cruces de vida silvestre (puentes y túneles) son comunes en Europa occidental y Canadá. Uno famoso en el Parque Nacional Banff en Alberta se extiende por la autopista Trans-Canada y es utilizado con frecuencia por osos y alces, entre otros animales.

Porqué se construye este puente para animales más grande del mundo

El Wallis Annenberg Wildlife Crossing es un puente con vegetación que cruzará la autopista 101.

La US-101 separa las montañas de Santa Mónica al sur de las montañas Simi Hills y Santa Susana al norte. La US-101 es una barrera formidable y prácticamente impenetrable para muchas especies de vida silvestre, incluidos pumas, linces, zorros grises, coyotes y venados que habitan y viajan entre estas dos cadenas montañosas.

En particular, los mamíferos con grandes áreas de distribución, como los pumas y los gatos monteses, necesitan hábitats grandes y conectados para cazar, reproducirse y prosperar. La construcción de la US-101 dividió este rango de hábitat previamente continuo en fragmentos de hábitat aislados y resultó en un movimiento severamente restringido entre las dos cadenas montañosas. Para los pumas en particular, las consecuencias de esta restricción resultan en una mayor endogamia, luchas territoriales y una diversidad genética muy baja dentro de las montañas de Santa Mónica.