La conocida como Venecia de América ofrece con el hotel Kimpton Shorebreak una propuesta de alojamiento boutique que no hay que dejar pasar
RedacciónConocida como la Venecia de América, por su extenso y variado sistema de canales, Fort Lauderdale es uno de los destinos más atractivos del estado de Florida, con sus casi 40 kilómetros de playas doradas. Y para los que están buscando un hotel boutique, nos encontramos con Kimpton Shorebreak, una perla en una de las ciudad favoritas para los viajeros que buscan relax y diversión.
Cuando abrió en 1949, el Escape Hotel (tal su nombre original) fue el primer hotel cerca de la playa en tener una piscina y operar todo el año. Ubicado en el corazón del vecindario North Beach Village de Fort Lauderdale, a solo unos pasos del océano y del Intracoastal Waterway, el ahora resort Kimpton Shorebreak comparte lo mejor de ambos mundos: la playa y la animada escena social.
Su cercanía con algunas de las atracciones locales, permite a los viajeros experimentar un lado más sofisticado de Fort Lauderdale, a pocos minutos caminando de las playas, tiendas, atracciones históricas, restaurantes y lugares de entretenimiento.
El interior del Kimpton Shorebreak, nos recibe con tonos costeros que reflejan el mar y cálidos paneles de madera estriada. El vestíbulo está adornado con asientos y sillas decorativas de mimbre con lámparas de mediados de siglo.
Los huéspedes también podemos pasear por los senderos y patios ocultos del hotel, que brindan un oasis que es a la vez relajante y vibrante, con lugares dignos de fotografías para desenrollar una colchoneta de yoga, descansar con una cerveza fría o entablar una conversación animada.
El complejo de tres pisos cuenta con 96 habitaciones cuidadosamente decoradas, que incluyen dos suites junior, distribuidas entre escondites aireados y patios panorámicos llenos de una exuberante flora tropical.
Las habitaciones brindan un ambiente acogedor con detalles divertidos y elementos exclusivos de la propiedad, como papel tapiz estampado, una bolsa de playa para divertirse bajo el sol, una colchoneta de yoga para hacer ejercicio en el interior o al aire libre y fotografías enmarcadas que resaltan el espíritu costero de Fort Lauderdale.
Los cuartos también cuentan con un giño al pasado con mini-refrigeradores Galanz turquesa de inspiración vintage y parlantes Bluetooth Marshall.
Los baños minimalistas están adornados con pisos de baldosas de chevron en blanco y negro, superficies brillantes, duchas con mampara de vidrio y artículos de tocador.
La sensacional piscina y el bar de la azotea tienen vistas impresionantes de la capital mundial de los yates.
Entre sus propuestas gastronómicas, nos encontramos con La Fuga, un restaurante con un menú especializado en cocina italiana, con una amplia selección de spritzes de la casa, cócteles artesanales de temporada, cerveza local, vino y limoncello casero.
El espacio interior y exterior incluye vistas al patio panorámico del hotel, además de un comedor privado con capacidad para 30 personas para eventos o reuniones íntimas.
Sin dudas, para viajeros que buscan un hotel distinto, con personalidad y a pocos pasos de la playa, Kimpton Shorebreak es una opción que no hay que dejar pasar en una visita a Fort Lauderdale.
