REVIEW The Carlyle Nueva York: el hotel más seductor del Upper East Side

Hay pocos hoteles en el mundo que pueden presumir de una rica historia como la que tiene The Carlyle Nueva York, que no sólo cautiva a los viajeros más sofisticados desde su debut en 1930. Presidentes como John F. Kennedy, Jimmy Carter y Ronald Reagan, entre otros, lo llamaron como su hogar «no oficial» en New York. Incluso, durante la administración de JFK, el dueño original del hotel, Robert Dowling, siempre mantuvo vacío el dúplex Kennedy por si el presidente necesitaba viajar a la Gran Manzana.

El edificio de 35 pisos diseñado por el estudio de arquitectura Bien & Prince se completó hace casi un siglo, que, a pesar de los años y de la cantidad de rascacielos que se construyeron, sigue dominando la zona de Upper East Side, a sólo 100 metros del Central Park y rodeado de galerías de arte, diseñadores boutique y los museos de arte más populares de la ciudad.

The Carlyle es más que un hotel: es como un hogar para sus huéspedes. Una colección de residencias de lujo que fueron y son ocupadas por personas que aportaron y aportan su propia personalidad única.

La fuerte influencia Art Deco, introducida por la primera decoradora del hotel, Dorothy Draper, se mantuvo con el paso de los años, desde su famoso vestíbulo de mármol blanco y negro hasta los motivos de las suites especiales del hotel.

Las 190 habitaciones y suites se actualizan continuamente con una interpretación contemporánea de la elegancia discreta lograda tanto por Draper como Mark Hampton. Y en 2019, pasaron por una renovación a cargo de Tonychi, el galardonado estudio con sede en Nueva York.

El restyling ofrece muebles lujosos, papeles tapiz pintados a medida e ilustrados que rememoran el Central Park y nos permiten hacer un viaje virtual al famoso parque, y una cuidadosa selección de obras de arte y libros.

En los baños podremos encontrarnos con un famoso jabon que se produjo originalmente para el hotel a principios de la década de los 90 y viene estando en las habitaciones desde entonces, con una mezcla especial de madreselva.

Las suites poseen un sector de living y escritorio separados, con amplios sillones en colores neutros.

En gastronomía, el hotel ofrece experiencias refinadas con menús americanos con un toque europeo.

The Gallery, que conduce al restaurante, es la «sala de estar» de The Carlyle, cuenta con un nivel superior e inferior, es una refinada sala de té, en la que los huéspedes pueden disfrutar de un refrigerio, un almuerzo ligero, el té de la tarde o una cena informal.

Café Carlyle dejó una marca indeleble en el panorama social y de entretenimiento de la ciudad de Nueva York desde su apertura en 1955. El emblemático espacio fue anfitrión de talentos legendarios como Bobby Short, Woody Allen y Judy Collins.

Bemelmans es el bar favorito de la zona y donde las fantasías infantiles del artista y autor Ludwig Bemelmans cobran vida. Bemelmans creó muchas obras de arte y dibujos excelentes para libros infantiles, incluida Madeline.

Desde Harry Truman todos los presidentes de Estados Unidos visitaron en, al menos una ocasión, al The Carlyle, a los que se suman el Príncipe de Gales o Lady Di y reyes y reinas como los de Dinamarca, Grecia, España y Suecia.

The Carlyle Nueva York no es un hotel más. Es seductor, cautivante, lleno de historia, ubicado en una de las zonas más atractivas y refinadas de la Big Apple, a la distancia suficiente para que el ruido de la ciudad que nunca duerme no nos distraiga, y para llegar a los iconos más representativos en pocos minutos.