REVIEW The Palmer House: un hotel con mucha historia para visitar en Chicago

Si uno quiere conocer uno de los hoteles más emblemáticos no sólo de Chicago sino de Estados Unidos, sin dudas tiene que alojarse, o al menos, disfrutar de un trago o una cena en The Palmer House, cuya historia se remonta a finales del 1800 y es una de las grandes demostraciones de la tenacidad de su creador.

Todo comenzó como una verdadera historia de amor. Conocido por su importante papel en el desarrollo de la célebre State Street, el empresario Potter Palmer conoció a la filántropa Bertha Honore de quien se enamoró profundamente y como compromiso de bodas, le regaló uno de los obsequios más extravagantes de todos los tiempos: The Palmer House.

Construido en la esquina de las calles State y Monroe en el notable Loop District de Chicago, el Palmer abrió sus puertas el 26 de septiembre de 1871. Sin embargo, tan sólo 13 días más tarde de su inauguración, tuvo lugar el Gran Incendio de Chicago que lo destruyó.

Determinado a reconstruir su gran hotel, Potter inmediatamente comenzó las obras con un préstamo de 1.7 millones de dólares, que se cree que es el préstamo individual más grande en ese momento. El 8 de noviembre de 1873, The Palmer House reabrió sus puertas, marcando lo que se convertiría en el hotel en funcionamiento continuo más largo de Estados Unidos.

Diseñado por el arquitecto John M. Van Osdel, el nuevo The Palmer House era conocido por sus suntuosas habitaciones y por ofrecer todas las comodidades de lujo.

Durante cincuenta años, el hotel fue la meca de la sociedad de Chicago y de celebridades visitantes como Mark Twain, Charles Dickens y Oscar Wilde. Después de hacerse amiga de Claude Monet, Bertha comenzó a decorar la Casa Palmer con pinturas y otras obras de arte francesas, y finalmente acumuló la colección más grande de arte impresionista fuera de Francia.

The Palmer House se adornó con candelabros drapeados en granate, obras maestras de Louis Comfort Tiffany y un impresionante fresco en el techo del pintor francés Louis Pierre Rigal.

En la década de 1920, se tomó la decisión de construir un nuevo edificio de 25 pisos. Entre 1924 y 1927, The Palmer House fue reconstruida en el mismo sitio pero por etapas, para no perder un solo día de operaciones. El hotel fue comprado en 1945 por el legendario hotelero Conrad Hilton y sigue siendo una de las propiedades insignia de la empresa.

El hotel está ubicado a sólo 150 metros de la famosa Michigan Avenue, que nos conecta automáticamente con el Millenium Park, la obra de arte Cloud Gate y a pocas cuadras de las principales tiendas de compra hacia un lado y del Shed Aquarium y del Adler Planetarium hacia el otro.

Independientemente de sus más de 1.600 habitaciones el hotel es enorme. El lobby ubicado en el primer nivel nos permite tomar una dimensión de su grandiosidad, con su arquitectura que lo convierte en un museo viviente.

De hecho, con sus ya 150 años, sigue siendo uno de los lugares elegidos para «ver y ser visto», gracias a sus enormes y fascinantes salones de eventos y reuiones, combinando la historia y la moda, ya sea para celebrar una gran gala en el famoso Empire Room o una reunión íntima.

Con exctamente 1.641 habitaciones, incluidas 177 habitaciones ejecutivas y 53 suites, el hotel ofrece una gama completa de opciones de alojamiento para satisfacer las necesidades de cada huésped. Desde habitaciones estándar hasta suites elegamente decoradas.

En el octavo piso se encuentra el fitness center, con un completo equipamiento para entrenamiento, especialmente para ejercicios aerobícos y de musculación.

Por supuesto, entre sus servicios la gastronomía es otro de sus puntos fuertes con distintas opciones para desayunar, almorzar o cenar, incluyendo un cómodo y práctico grab & go, con productos para llevar a la habitación.

The Palmer House es miembro de Historic Hotels of America desde 2007, el programa oficial del National Trust for Historic Preservation para reconocer y celebrar los mejores hoteles históricos de Estados Unidos.

The Palmer House no es un hotel más. Es interesante conocer su historia, recorrerlo y maravillarnos. Quizás no tenga las panorámicas de otros hoteles de Chicago o una decoración más moderna, pero su magia pasa por otro lado.