La nueva atracción en Barcelona son sus calles peatonales: imágenes

Desde su refrescante costanera, pasando por el histórico y mágico barrio gótico hasta la Sagrada Familia, son decenas las opciones para que visiten los turistas en una de las ciudades de España más atrapantes. Pero la nueva atracción en Barcelona, tanto para los ciudadanos como los visitantes son sus calles peatonales, en un trabajo llevado a cabo por el estudio de arquitectura Arauna, que diseño una imagen gráfica que potencia los usos del espacio urbano para los peatones.

El proyecto es parte de una iniciativa del Ayuntamiento de Barcelona para adaptarse a las nuevas necesidades de movilidad y redefinir las formas en que se habita la ciudad.

Tal como muestran las imágenes, la iniciativa humaniza el asfalto, transformándolo de un material frío a un lienzo cálido y acogedor. Inspirándose en los tradicionales adoquines de Barcelona, el equipo de diseño desarrolló un código visual flexible que se adapta a las diversas necesidades y contextos de cada espacio urbano.

Al igual que muchas ciudades del mundo, varias áreas de Barcelona se enfrentan a niveles de contaminación acústica y del aire que superan los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS), principalmente debido al tráfico de vehículos que funcionan con combustibles fósiles.

La vida urbana acelerada también dificulta que los ciudadanos se reúnan socialmente, circulen libremente y encuentren espacios para relajarse dentro de las áreas urbanas. Como parte de la iniciativa del ayuntamiento para la adaptación en el contexto actual de emergencia climática, Arauna Studio, ofreció est solución mediante la transformación rápida y económica de las funciones de las calles para recuperar el espacio urbano en beneficio de los ciudadanos, convirtiéndose además en una nueva atracción en Barcelona.

El sistema se deriva del lenguaje vernáculo de los panots, los adoquines tradicionales de Barcelona que dan forma a las aceras de la ciudad desde 1906.

Además, Arauna Studio propone volver a una práctica común en Barcelona: grabar los nombres de las calles en el pavimento para guiar a los peatones, en lugar de confiar únicamente en las placas de identificación de las calles diseñadas para los automovilistas.