REVIEW Hotel Kempinski Moscú: para vivir la ciudad de una forma única

Despertarse o irse a dormir con una vista directa del Kremlin es uno de esos placeres que soñamos más de una vez.

El hotel Baltschug Kempinski Moscú nos brinda la mejor vista de la ciudad, no sólo con el famoso ícono ruso, sino también con panorámicas fantásticas del río Moskva, de la Plaza Roja y el nuevo parque Zaryadye.

Su ubicación nos permite vivir las principales atracciones in situ.

El edificio fue construido en 1898 y conserva toda la magia y glamour de su época, incorporando tecnología y elementos de vanguardia y estilo.

Con el sello de la cadena nacida en Berlín en 1897 y con presencia en más de 30 países, el Kempinski Moscú está conformado por casi 230 elegantes habitaciones, incluyendo 36 suites.

Los cuartos son cómodos y espaciosos, brindándonos la sensación de estar más en una casa privada que en una habitación de hotel.

Los baños mantienen ese espíritu de amplitud, con el mármol como uno de los elementos principales de decoración, amenities de primer nivel e incluso la presencia de bidet, un accesorio poco habitual en el mercado europeo.

Su piscina climatizada interior ofrece una atmósfera de relax.

Y su fitness center, si bien es de pequeñas dimensiones, cuenta con el equipamiento justo para poder entrenar todos los grupos musculares de una forma eficiente.

Y entre las amenidades especiales, se destaca una barbería y peluquería para caballeros.

En propuestas gastronómicas, el Baltschug Kempinski cuenta con el restaurante Baltschug Grill, como así también con los refinados Café Kranzler y Lobby Lounge bar.

Y por supuesto, cuenta con salas de reuniones y un Health Club.

La calidad de sus habitaciones y su vista privilegiada, no son los únicos puntos fuertes. La amabilidad y un servicio siempre atento a nuestras necesidades, lo hacen también como uno de los favoritos para alojarnos en Moscú.