Destino Barbados: las mejores playas del Caribe sur
Es sinónimo de playas de ensueño e idilio tropical. Además, en la isla se encuentra la primera destilería de ron del Caribe y la casa natal de Rihanna
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Barbados es sinónimo de playas de ensueño e idilio tropical. Pero es también el único país que visitó George Washington fuera de Estados Unidos, años antes de ser presidente. Además, en la isla se encuentra la primera destilería de ron del Caribe y la casa natal de Rihanna.
Barbados es sinónimo de lo que el Caribe siempre tiene para ofrecer: playas de ensueño. Pero acá, también suma la importancia que le dan al turismo y la buena energía de su gente. Las vibras positivas parecen estar dotadas de cierta sobriedad inglesa, tal como se percibe en la puntualidad sajona y un espíritu de servicio que probablemente abreve también en las raíces de la esclavitud. En cualquier caso, se nota una vocación auténtica por cuidar del turista, que es el bien más preciado desde que Barbados se abocó a la “industria sin chimeneas”.
Os barbudos
Esta isla de 431 kilómetros cuadrados -la mitad de la superficie de Nueva York-, está ubicada al norte de Venezuela y es la más oriental de una ristra de islitas como Santa Lucía, Martinica o Guadalupe, que asoman al Océano Atlántico. Barbados proclamó su independencia en 1966, pasando a formar parte del Commonwealth. Si bien tienen elecciones cada cuatro años, en las que se elige al primer ministro, aún mantienen la figura del gobernador general, que representa a la monarquía británica. Su bandera tiene dos bandas verticales azules y una amarilla con un tridente en el medio, que simbolizan la independencia y la influencia marina. Barbados fue muy importante porque era la puerta este del Caribe, el primer lugar al que se llegaba desde Inglaterra, el primer país al que entraban los esclavos. Era un punto de trasbordo donde pasaba información y riqueza.
Pero no fueron los ingleses, sino los portugueses, quienes se acercaron por primera vez en 1536, aunque desistieron de ocuparla porque creyeron que no había agua suficiente. Eso sí, le dejaron el nombre; el explorador luso Pedro Campos le puso Os Barbudos por la gran cantidad de higueras de las que cuelga un follaje a manera de largas barbas. Los colonos ingleses llegarían en 1627 y nunca más la soltarían.
Las playas
La mayor diferencia entre unas playas y otras se encuentra de este a oeste. Hacia el este, rompen con furia las olas del Oceáno Atlántico, tornando a esta porción de la isla en el sitio favorito de los surfers, con la playa de Bathsheba a la cabeza. Dicen que Kelly Slater, el mejor surfista de la actualidad, la pondera entre las mejores del planeta. Para llegar a Bathshenba desde Bridgetown hay que atravesar la isla de un extremo al otro, por una ruta serena que discurre en esta planicie continua, cuyo pico más alto llega a los irrisorios 300 metros de altura. Un camino con pocos y pequeños poblados, distribuidos en las once parroquias, como les dicen a las provincias. A cada parroquia, le cabe una iglesia.
Bathsheba es una playa rocosa, y un tanto peligrosa, por eso nadie se baña en sus aguas. Pero es acá donde se hacen las competencias internacionales de surf. Por demás, la aldea de playa se respira apacible, como todo en esta isla y sus moradores.
Las playas del centro de Bridgetownm, como Accra y Carlisle, son de las más concurridas, sobre todo por los locales. El agua acá es turquesa, sobre todo si la observamos en un día con mucho sol y pocas nubes. O dorada, como en los atardeceres donde los chocos corretean y chapotean, y los grandes juegan pelota paleta.
Nadar con tortugas
Un paseo en catamarán es una gran alternativa a la hora de ver y disfrutar algunas de la playas más alejadas del centro, sobre la costa este. Sandy Lane – acá está el hotel de cinco diamantes donde se casó Tiger Woods – Paynes Bay, o Fitts Village son algunas de las costas que se avistan desde la cubierta del catamarán entre trago y trago. Más adelante, el barco se detendrá por un rato suficiente como para nadar hasta la costa y echarse en la arena. El paseo viene regado con canilla libre de tragos y un almuerzo buffet con pescado, pollo y el inefable maccarroni pie – especialidad local – entre otras delicias sazonadas con salsas currys y cajun – condimento típico-. Pero el highlight, llega a la hora de calzarse el snorkel y nadar con tortugas marinas, un bicho grácil que despierta raptos de amor entre los pasajeros.
Las cuevas de Harrison
Las cuevas de Harrison son una serie de cavernas fascinantes, un paseo para adentrarse como en un pequeño viaje al centro de la tierra. Estalactitas, geoformas y vertientes de aguas naturales son parte del atractivo natural de estas cuevas que fueron redescubiertas en los años setenta, luego de intentos desafortunados de ingresar a principio de siglo pasado. Ubicadas en el corazón de la isla, existen dos formas de explorarla: un recorrido de una hora a bordo de un trenecito, o a pie, que emula en parte el camino de sus descubridores, el danés Ole Sorensen y los locales Tony Mason y Allison Thornhill.
Rihanna y ron
Hay dos hitos casi desconocidos de los que Barbados puede jactarse, mas allá de sus playas celestiales y su hija pródiga, Rihanna, nacida y criada al calor de las calles de Bridgewtown.
Una es que aquí está la primera destilería de ron del mundo: Mount Gay, que queda a pocas cuadras de la casa de pop star, donde todos se detienen para hacerse una foto en el frente de la típica y colorida casa.
La visita a la destilería es ágil y dura poco más de media hora. Hacia el final llega el momento más esperado: la degustación. Hay cinco variedades que se pueden probar en el mismísimo sitio donde comenzó la historia que llevó a la caña de azúcar a la categoría de elixir mundial.
Otra historia poco conocida es que Barbados fue el único país que visitó George Washington fuera de los Estados Unidos. Quien sería el primer presidente del país del Norte, entre 1789 y 1797, llegó al país caribeño en 1752 cuando tenía 19 años y ninguna motivación política. Viajó acompañando a su hermano, que tenía tuberculosis, porque se creía que el clima y las hierbas de la isla podrían curarlo, aunque moriría meses después en su hogar de Virginia.
El caserón colonial donde vivieron está emplazado en la zona de Garrison, que en aquellos tiempos era una zona rural y años después se convertiría en la fortaleza más importante de la isla. En 2011, su arquitectura fue fundamental para la declaración de la Unesco como Patrimonio Cultural.
Hoy es una pista de turf donde flamea bien alto la bandera de la nación barbuda; la casa está pintada de amarillo y tiene dos plantas, donde se recrean las habitaciones de los hermanos Washington con una serie de objetos que no son los originales porque -como dice el guía- no se guardaron porque en aquel tiempo nadie imaginaba que aquel joven se convertiría en presidente.
Oistins, pescado y fiesta
Todos los viernes la zona de Oistins, es una fiesta. Hay una decena de puestos donde hacen pescado a la parrilla, y largas mesas repletas de gente donde se mezclan locales y visitantes. Flying fish, el pescado volador, es la especialidad, acompañado de una buen cerveza Banks. Hay un escenario donde suben músicos y bailarines amateurs, una feria de artesanías y una fiesta que se prolonga hasta altas horas de la madrugada.
El Oistins Fish Festival es un evento en el distrito de los pescadores que realza la cultura de la pesca, con toneladas de pescado para degustar todos los años durante la semana de Pascua .
Mäs información en www.visitbarbados.org.
Fotógrafo y periodista. Cronista de viajes. Autor de "Carnavaleando", primer fotolibro de carnavales latinoamericanos
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