Diez razones para enamorarse de Georgia
21/01/22   |   Viajes

Diez razones para enamorarse de Georgia

Con exuberantes paisajes, precios asequibles y generosa infraestructura, Georgia se convirtió en uno de los destinos de moda

Juan Chiummiento Redacción
Juan Chiummiento

Con exuberantes paisajes naturales, precios por demás de asequibles y generosa infraestructura hotelera, Georgia se convirtió en los últimos años en uno de los destinos de moda del mercado turístico mundial. Aunque suene desconocido para el público, este país demuestra que lo bueno viene en frasco chico.

En sus 79 mil kilómetros cuadrados se suceden ríos, montañas, valles, cañones, lagos, cuevas, cascadas y glaciares sin solución de continuidad. A ello deben añadirse la simpática hospitalidad de su pueblo y una cocina bendecida con deliciosos platos.

Desde CONOCEDORES.com® ofrecemos un listado de diez razones para enamorarse de Georgia. Ya no quedarán excusas: la pequeña nación del Cáucaso será una de las opciones predilectas a la hora de planificar un futuro viaje.

Naturaleza viva en cada kilómetro

No hay ruta georgiana que no esté acompañada por un curso de agua. Ese es simplemente el preámbulo para decir que en este país no basta hacer grandes distancias para encontrarse glaciares, cañones, lagos, cascadas, picos nevados o incluso cuevas que pueden ser recorridas con música clásica de fondo. Desde la misma capital -rodeada de cerros que permiten vistas panorámicas- hasta la recóndita localidad de Omalo -a la que sólo se llega en 4×4 atravesando un peligroso camino-, todo el territorio está regado de naturaleza viva.

Diez razones para enamorarse de Georgia

A la hora de hacer una caprichosa clasificación, los primeros puestos se los quedan los cañones de Martvilli (bañados con aguas color verdes y turquesas), la cueva Prometheus (donde es posible caminar un kilómetro y medio observando las más extrañas formas rocosas) y el pueblo de Juta (perdido en las montañas del norte georgiano).

Una exquisita selección de platos locales

Si es verdad que la belleza entra por los ojos, cómo resistirse a la especialidad georgiana, el Kachapuri: su presentación es tan irresistible como básica su preparación. Se trata de un gran trozo de queso fundido, rodeado por una masa de pan, al cual se le añade un huevo frito y manteca. Es simplemente amor a primer bocado, máxime si se tiene en cuenta que su valor no suele exceder los tres dólares.

El kachapuri, que se consigue en todos los bares y restaurantes del país, puede probarse en su versión clásica o en alguna de sus variantes, que incluyen el modelo Royal (muy parecido a una pizza de queso) o el Brochette (el queso se rodea por una fina masa que se cocina a la parrilla).

No menos delicioso es el segundo plato típico, el Khinkali. Se compone de carne picada envuelta en una masa de pasta, ambos cocidos en agua caliente y condimentados con especias locales. Las papas y los hongos suelen funcionar como alternativas de relleno, aunque se pierde el toque tradicional de la receta. Una porción, que incluye cinco khinkalis y suele costar un dólar, es suficiente para sentirse satisfecho.

Precios cuidados

Los módicos costos de los platos locales son un ejemplo de lo económico que resulta Georgia para el turismo internacional. Gracias a un tipo de cambio favorable, la estancia en el país es una bendición para el bolsillo: tanto la comida como el transporte y los alojamientos tienen costos muy por debajo de la media de cualquier país europeo.

Por poner algunas referencias, el costo del metro en la capital es de 20 centavos de dolar y el de un minibus hasta Mestia (el destino más lejano, con 9 horas de viaje) es de 12 dólares. Una particularidad del transporte en Georgia es que no existen los tradicionales colectivos, sino que todas las distancias se hacen en traffics con capacidad para unas 15 personas.

En lo que refiere al alojamiento, por 20 dólares se puede conseguir una habitación doble con baño privado en cualquier lugar de Georgia, incluso en temporada alta.

Tbilisi, la capital con la escala justa

Con una población que apenas supera el millón de personas, la ciudad con mayor actividad de Georgia se presta a ser recorrida de a pie, con la tranquilidad y paciencia que supone un casco histórico cuyas mayores distancias se realizan en media hora. Hasta para subir a los dos pequeños cerros que rodean el centro construyeron cable carriles, con lo cual apurar el paso resultaría en vano.

El ritmo de Tbilisi, nombrada como «la California del Cáucaso», invita a quedarse por varios días: los locales suelen levantarse después de las 9 (se complica desayunar más temprano) y las oficinas públicas suben las persianas recién después de las 10. Consecuencia de ello, las noches se hacen más largas en cualquiera de los pubs ubicados alrededor de las calles principales.

Deleitar los ojos en “la Miami del Cáucaso”

Batumi es el centro turístico por excelencia del país. Bañado por las aguas del Mar Negro, posee un frente costero que en los últimos años incorporó modernos edificios y hoteles, que le valieron la comparación con la ciudad estadounidense. También aloja un número importante de intervenciones urbanas, donde se destaca “Alí y Nino”, una escultura móvil de ocho metros de altura que retrata una historia de desamor ocurrida a principio del siglo 20 en el Cáucaso.

Sus extensas playas son literalmente invadidas por rusos, turcos, armenios, iraníes y azeríes durante los meses de verano, lo que le da un toque cosmopolita de gran interés.

Palpar la hospitalidad

El pueblo georgiano sabe que su encanto es uno de los principales atractivos. Solo será necesario soltar un “Gamarchova” (el saludo en el idioma local) para encender no sólo sonrisas sino también conversaciones que pueden derivar en una invitación a una supra (leer más adelante) o simplemente en un buen momento.

De este a oeste y de norte a sur, el visitante se sentirá muy a gusto compartiendo una “Chacha” (una suerte de vodka artesanal) o un té, típico de estas latitudes.

Asistir a una supra y degustar un vino local

Los georgianos son gente de buen apetito y de barriga profunda, consecuencia de una tradición que se mantiene muy vigente en la actualidad: las supras. Ese es el nombre que reciben los banquetes que se celebran por estas tierras, en el cual nunca falta comida (mucha comida), vino (mucho vino) y un indiscutido líder, llamado “Tamada”, que será quien proponga los brindis.

Respecto al menú, las largas mesas suelen estar repletas de tomates, quesos, berenjenas, pepinos, pan, pollo y nueces, entre otros ingredientes.

Hacer la caminata de cuatro días que une Mestia y Ushguli

La región más fotogénica del país es sin duda Svaneti, ubicada en el extremo noroeste. Hasta aquí llegan los amantes del senderismo para realizar el “Mestia Ushguli trek”, una caminata que se extiende por 4 días y 50 kilómetros, atravesando montañas, ríos, cascadas y glaciares.

Cada jornada insume entre unas 6 y 10 horas y finaliza en pequeños pueblos donde es posible dormir y recargar energías con platos locales. El punto final es un poblado declarado patrimonio histórico por la Unesco, donde las casas e iglesias conviven con torres que antaño eran utilizadas para vigilar la llegada de invasores (funcionaron muy bien, ya que esta parte del país nunca fue conquistada).

Descubrir las históricas ciudades cueva

Recorrer Georgia significa no perder nunca la capacidad de sorprenderse por diversos motivos. Eso sucede tras visitar Vardzia y Uplistikhe, dos sitios excavados en montañas rocosas que nos enseñan sobre la gran capacidad del hombre para adaptar el contexto a sus necesidades.

Diez razones para enamorarse de Georgia

El primero, un monasterio construidos en el siglo XIII DC, deslumbra por sus 13 niveles interconectados por pasadizos dentro de la misma montaña. El segundo data del siglo X AC y desafía la inteligencia al interrogarse cómo hacían para vivir allí 20 mil personas, según las estimaciones realizadas por los arqueólogos.

Visitar Sighnaghi, “la ciudad del amor”

Algunos la reconocen como la más romántica de las localidades georgianas por la gran cantidad de casamientos que allí se celebran. Pero sería muy injusto quedarse con esta sola descripción para hablar de este singular sitio, que puede ser alcanzado a tan solo dos horas de distancia desde Tbilisi.

Su encanto va mucho más allá del registro civil: excelentes vistas, encantadoras calles y una delicada selección de opciones gastronómicas hacen de Sighnaghi un destino ideal para disfrutar unos días respirando aire puro de montaña.

Autor y fotografía
Juan Chiummiento

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