Los 5 destinos imperdibles en Israel: historia, religión, mar y desierto
21/05/19   |   Viajes

Los 5 destinos imperdibles en Israel: historia, religión, mar y desierto

Desde opciones para hacer turismo religioso e histórico, hasta adentrarse en lugares como el Mar Muerto. Un recorrido por Tel Aviv, Jerusalén, la ciudad de cruzados y más

Guido Piotrkowski Redacción
Guido Piotrkowski

Es uno de los países más atractivos de Medio Oriente, considerado la Tierra Santa Bíblica, tanto por judíos, cristianos y musulmanes. Su variedad de opciones para los turistas son más que amplias (incluyendo historia, religión, mar y desierto). Por eso, en #Conocedores presentamos los 5 destinos imperdibles en Israel.

Un raid por la Jerusalén milenaria; Masada y el Mar Muerto; Eilat, el balneario del Mar Rojo. Acre, la ciudad amurallada; y Tel Aviv, moderna y cosmopolita.

Jerusalén, sagrada y milenaria

Cuatro barrios: judío, cristiano, armenio y árabe se encuentran en la Ciudad Vieja, la ciudadela construida por el turco Suleimán en el siglo XVI.

Los judíos ortodoxos murmuran plegarias, rezan de pie, inclinan y enderezan su cuerpo en un movimiento maquínico, apoyan su rostro y se aferran a un pedazo de la roca sagrada, entre cuyos recovecos hay millones de papelitos que dejan los peregrinos con deseos impresos a mano alzada.

Las mujeres rezan a un lado, separadas por una valla, ya que según las reglas del judaísmo ortodoxo, no pueden mezclarse con los hombres en los sitios sagrados. Llevan faldas largas y pañuelos que cubren sus cabezas. Se aferran al muro. Piden, agradecen, alaban.

Al otro lado está el barrio árabe, el más grande de los cuatro sectores. En la explanada de las Mezquitas, sobre el Monte Moria, se encuentran el Domo de la Roca y la Mezquita del El Aqsam, uno de los lugares más sagrados para el Islam. Según el Corán, las escrituras sagradas del Islam, es en el Domo que el profeta Mahoma ascendió al cielo para encontrarse con Alá.

La puerta de Damasco es la entrada al barrio árabe, un mercado en donde el regateo es regla. Acá se consigue de todo: objetos religiosos, alfombras persas, camisetas de fútbol y comidas típicas como el falafel (pasta de garbanzo frita en pan árabe) o el shawarma (carne de cordero en fetas dentro de pan árabe). Contiguo a este gran mercado está el Barrio Cristiano, donde se destacan la Vía Dolorosa y la Iglesia del Santo Sepulcro, donde Jesús fue crucificado, enterrado, y donde también resucitó.

Tel Aviv, cosmopolita

Fundada en 1908, es la capital económica y financiera de Israel. Cosmopolita por excelencia, es moderna y liberal, una ciudad que no duerme, con mucha movida nocturna y ediciones anuales de la Marchas del Orgullo que atraen visitantes de toda Europa.

Tel Aviv ostenta cuatro mil edificios del estilo Bauhaus, por eso la Unesco le otorgó el título de Patrimonio Mundial. La Bauhaus fue una escuela de diseño, arte y arquitectura alemana nacida a principios de siglo pasado que propuso la unión entre el uso y la estética, los diseños simples, minimalistas.

Tel Aviv es, también, una ciudad prolija, con amplios bulevares y arboledas, con más de 400 mil habitantes en 50 kilómetros cuadrados y unos diez kilómetros de playa frente al Mar Mediterráneo. Por acá, buena parte de los jovenes se trasladan en bicimoto – un invento local- y monopatín a motor. En la rambla se anda en bicicleta, en rollers, se corre. En la arena hay fútbol, vóley, y fut-voley. También hay quien toca melodías de fogón, pibes con amplificadores donde suena tecno y música en los paradores.

Yafo, el casco histórico, es uno de los puertos más antiguos de Medio Oriente, un pintoresco barrio de casas de piedra con mezquitas, museos, galerías de arte, bares abiertos hasta altas horas de la noche y un gran mercado de pulgas.

Al caer el sol, sus bares son un gran lugar para tomar una cerveza frente al Mediterráneo.

La ciudad de cruzados

Acre, una de las ciudades más antiguas del mundo, se alza entre muros de piedra derrumbados y vueltos a erigir la vera del mar Mediterráneo, un enclave árabe y medieval ubicado al norte de Israel, y cien kilómetros de Tel Aviv.
La mezquita de El Jazzar, inaugurada entre 1781 y 1782 bajo el reinado de El Jazzar Pasha, uno de los más importantes reyes otomanos, es una de las más grandes de Israel, solo superada por la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.

El complejo arqueológico La Ciudad de los Cruzados es un conjunto de fortificaciones, iglesias, sinagogas y mezquitas, uno de los motivo por los que la Unesco reconoció a Acre como Patrimonio de la Humanidad en 2001. Por aquí anduvieron desde los cananitas hasta los otomanos, pasando por persas, romanos, cruzados, bizantinos, otomanos y británicos. Hasta Napoleón intentó conquistarla (y se fue derrotado).

Como puerto comercial por el que pasaban mercaderes y viajantes, los Haman, o baños turcos, eran de vital importancia. El Haman-al Basha es una casa de baños de fines del siglo XVIII del período otomano que se recreó con esculturas. Al recorrerlo, un audioguía explica su relevancia como punto de descanso y socialización.
Acre es una ciudad pequeña y bulliciosa, donde se oye la música alta desde los hogares, hay ropa tendida en las terrazas y aroma a comida. Tiene un shuk o mercado muy vivo, restaurantes a la calle, puestos de comida y un paseo hermoso frente al mar Mediterráneo, donde se puede hacer paseos en barco.

El mar muerto y la fortaleza

Iam Ha Melaj es su nombre en hebreo, que significa Mar Salado y no Mar Muerto, como se lo conoce en español. Su porcentaje salino llega al veintiocho por ciento, diez más que el del océano, y es por eso que a sus aguas se les adjudican propiedades curativas para la piel y el reuma. Entonces, los turistas se untan de pies a cabeza con el barro de sus playas, y pasan horas flotando sobre ese colchón de liquido espeso sin esfuerzo alguno.

El Mar Muerto, que en realidad es un lago, es el más bajo del mundo. Se ubica en una depresión que hoy se encuentra a 430 metros sobre el nivel del mar, tiene unos ochenta kilómetros de norte a sur y unos veinticinco de este a oeste, que se comparten con Jordania. Su profundidad máxima, aunque muy difícil de medir, se estima en unos trescientos metros.

Sobre la costa hay centros comerciales que venden productos cosméticos elaborados con sus minerales y grandes hoteles con acceso a las playas, que ofrecen diversos tratamientos de salud.

Masada, Patrimonio de la Unesco desde 2001, es un complejo arqueológico ubicado en el camino hacia el Mar Muerto. Acá, Herodes construyó una ciudad palaciega, que luego sería usada como refugio por los rebeldes del último foco de la rebelión judía del siglo I, resistencia que terminó en un suicidio colectivo. La ciudadela tenía palacios de lujo, una sinagoga, salas de baño, almacenes para acopiar comida, y gigantescas cisternas para almacenar el agua que escasea en estas tierras. Aquellos almacenes y cisternas fueron factores clave en la resistencia frente al asedio romano.

Derrotado Herodes y destruido el templo de Jerusalén, surgió un guerrero que agitó la revuelta y se convirtió en el líder de la resistencia. Eleazar Ben Yair fue quien ya sin chance de salir sin caer bajo el yugo romano instigó a los suyos al suicidio colectivo: «Es mejor suicidarse que vivir en la vergüenza y humillación como esclavos de los romanos», dijo para convencer a los suyos.

Como el suicidio está mal visto por el judaísmo, cada hombre tuvo que matar a su familia, y posteriormente eligieron a diez de ellos para quitarle la vida al resto. Finalmente, entre estos diez eligieron de nuevo a uno que acabó con la vida de los demás y prendió fuego a la fortaleza, con excepción de los víveres. Así, demostrarían a sus enemigos que actuaban por convicción y no por desesperación. Solo una mujer y sus dos hijos sobrevivieron escondidos y fueron quienes relataron las últimas palabras de Eleazar al enemigo.

Eilat, el desierto y el mar

Atravesar el desierto del Negev y llegar a Eilat es, literalmente, como encontrar un oasis. A un lado Egipto, al otro Jordania. Más allá se dibuja el perfil de Arabia Saudita y en medio de aquel triángulo, se encuentran las cristalinas aguas del Mar Rojo. Ubicado a 350 kilómetros de Tel Aviv, es una de las playas más populares del Medio Oriente, beneficiada por temperaturas cálidas durante todo el año, con un pico en julio que oscila en 40 grados. El agua del mar, en cambio, siempre se mantiene entre 20 y 25 grados. Frente a la playa principal se alza una gran cantidad de hoteles y resorts, y una rambla comercial con restaurantes, tiendas, un centro comercial y bares junto al mar: la vida nocturna es agitada.

Eilat es considerado uno de los mejores centros de buceo del Medio Oriente; aquí se puede aprender a bucear en una reserva de arrecifes de coral, pero también visitar un observatorio submarino, un parque temático con delfines o practicar kite surf.

Fuera de la ciudad, en medio de las desoladas montañas de arenisca rojiza del desierto, está el Parque Timna, un valle con cañones y geoformas entre las que se encuentran los míticos Pilares del Rey Salomón. Hay circuitos para andar en bici de montaña, hacer trekking o practicar rappel, y un camping equipado con carpas y colchones, y así pasar una noche en el desierto y regresar a los tiempos del Rey Salomón.

Autor y fotografía
Guido Piotrkowski

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