REVIEW The Kulm St. Moritz: sin dudas, uno de los mejores hoteles de Suiza
18/12/19   |   Viajes

REVIEW The Kulm St. Moritz: sin dudas, uno de los mejores hoteles de Suiza

Fue el primer hotel de este pequeño y fascinante pueblo ubicado valle de la Engadina, ideal para los deportes de nieve, y también, para aprovechar lo mejor del verano europeo

Norberto Sica Redacción
Norberto Sica

The Kulm es, sin dudas uno de los mejores hoteles de Suiza. Pero detrás de esa descripción, hay mucho más: hay historias fascinantes de emprendedores, de tradiciones que se forjaron, de deportes que se crearon, de innovaciones, de pasión por el servicio, de dedicación porque cada pequeño (o gran) detalle sea cuidadosamente estudiado, de ofrecer una gastronomía para paladares exigentes que buscan una o más estrellas Michelin y, fundamentalmente, de no pasar desapercibidos.

Fundado en 1864 por Johannes Badrutt, The Kulm es el hotel más antiguo de St. Moritz, y no es su único pergamino histórico. Fue el primer lugar de Suiza en contar con energía eléctrica.

REVIEW The Kulm St. Moritz: uno de los mejores hoteles de Suiza

Según cuenta la historia, el Sr. Badrutt se sentó junto al fuego en el Hotel Kulm con cuatro invitados ingleses de vacaciones. Se entusiasmó con el idilio invernal de St. Moritz: un paisaje cubierto de nieve que disfruta del sol con temperaturas suaves durante el día. «Un paraíso en la tierra», dijo. Los ingleses no le creyeron, ya que conocían muy bien los oscuros y fríos inviernos en Inglaterra. Esta conversación condujo a la apuesta legendaria: Badrutt sugirió que los cuatro regresaran en diciembre, y si no disfrutaban de su estadía, les devolvería los gastos de viaje. Los ingleses regresaron y se quedaron hasta Pascuas. Badrutt ganó su apuesta y se lanzó así el turismo de invierno.

A Don Badrutt, le gustaba sorprender a sus invitados. Por eso, en 1879, la primera luz eléctrica de Suiza iluminó el Grand Restaurant.

Después de ver la iluminación en la exposición mundial en París, Badrutt construyó una pequeña planta de energía a un costo de alrededor de once mil francos suizos, una suma considerable en ese momento. El éxito del audaz esfuerzo de Badrutt lo llevó a comenzar varios entretenimientos culturales, lo que hizo que los nobles y personalidades del mundo de los negocios, la política y la cultura de toda Europa fueran al lugar no solo para las actividades deportivas sino también para disfrutar de bailes de disfraces. Y en el siglo pasado, a toda esa historia fascinante, le sumamos que los terrenos del hotel fueron sede de los Juegos Olímpicos de 1928 y 1948.

Sólo con este background es imposible no visitarlo, pero hay mucho más.

Ubicado en el valle de la Engadina, en el cantón de los Grisones, su localización lo pone frente a algunas de las formaciones montañosas más atractivas y al popular lago de St. Moritz, que durante la temporada de invierno se congela de tal forma, que sobre el mismo se organizan torneos de polo, exposiciones de autos y diferentes eventos.

Está a sólo minutos caminando de la estación de trenes y pocos kilómetros de la montaña Corvastch, uno de los principales centros de esquí, con el fantástico restaurante 3303, al que se llega utilizando un servicio teleférico para vistas como estas:

El nombre del hotel, Kulm, deriva del latino culmen, que significa colina o cima.

Ya en el interior, nos encontramos con unos interiores tradicionales que se remontan a la apertura del hotel: grandes columnas de mármol, techos altos, candelabros, sofás de terciopelo, y extensos pasillos que muestran con orgullo la historia tanto deportiva como de sus huéspedes reales.

El vestíbulo tiene impresionantes retratos de madera tallada de St. Moritz decorando una pared entera, pilares de madera tallados y una escalera de piedra con un balaústre de hierro que conduce a puertas de vidrio con marcos de madera en el salón principal. Y su living central es enorme con obras de arte por doquier, grandes sillones, con refinados estampados.

Cada una de las 172 habitaciones y suites, algunas con vistas directas al lago y otras a las colinas y la ciudad, ofrecen amplios espacios y un cómodo layout.

Cada cuarto ofrece una paleta de colores diferentes e incluso, algunas conservan un estilo más clásico, para los clientes que buscan el original espíritu del hotel. En tanto, las habitaciones completamente remodeladas muestran acabados en tonos azules, rojos bordó y pasteles. En todos los casos, los detalles de decoración sorprenden por la delicadeza y su justa ubicación.

Lámparas, sillones, pies de cama, portentosas cortinas, cuadros, escritorios de trabajo, y baños con bañeras, duchas y doble lavabo, complementan el panorama, que es rematado por pequeños balcones con panorámicas de cuento.

Su spa y centro de wellness, lo tiene todo para el relax y la distensión. Desde una impactante piscina climatizada cubierta de diez por veinte metros con música subacuática a una segunda piscina in/out para disfrutar del aire de las montañas.

A ello, le sumamos sus once salas de tratamiento, sauna, sala de vapor y fitness center con vista directa a las formaciones montañosas y el lago.

También hay un campo de golf para los huéspedes de verano y una infinidad de actividades deportivas de invierno y verano, que incluyen sesiones privadas de esquí matutino y a la luz de la Luna. Y un histórico Club House que además de su propio restaurante tiene opciones para practicar deportes de nieve, que se remontan a los comienzos del hotel y a los propios Juegos Olímpicos que se celebraron en el lugar.

En gastronomía, The Kulm posee en la temporada invernal hasta siete propuestas bien diferenciadas: The Pizzería (con platos auténticamente italianos), Sunny Bar dirigido por la reconocida internacionalmente chef peruana Claudia Canessa, The K a cargo del premiado chef alemán Tim Raue (ganador de dos estrellas Michelin), Chesa al Parc, Kulm Country Club, Bob Restaurant y Grand Restaurant.

Y, por supuesto, sus desayunos buffet con opciones extras a la carta, son un imperdible de cada mañana.

Si St. Moritz como un pequeño pueblo de sólo cinco mil habitantes, es un verdadero cuento de hadas, la historia se completa con un hotel con la tradición, la diversidad de opciones y el estilo de The Kulm. Porque la vida es una sola, y hay que disfrutarla a lo grande.

Hotel
The Kulm St. Moritz
overall 9.8
  • 9.5
    Ubicación
  • 10
    Vistas Panorámicas
  • 9.5
    Espacio en Habitaciones
  • 10
    Layout & Confort
  • 10
    Gastronomía
  • 9.5
    Desayuno
  • 10
    Piscina
  • 9
    Fitness Center & Spa
  • 10
    Amabilidad & Servicio
  • 10
    Decoración & Estilo
  • 10
    Experiencia Personal
Autor y fotografía
Norberto Sica

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