LATAM vende pasajes a Miami que después no puede respetar
La experiencia personal de lo que puede pasar en esta situación de pandemia, con responsabilidad mutua de la aerolínea y la ANAC
Francisco Folmer
La experiencia personal de lo que puede pasar en esta situación de pandemia, con responsabilidad mutua de la aerolínea y la ANAC
Hace algunas semanas, a través de la agencia de viajes Avantrip, adquirí un pasaje para volar de Argentina a Miami. Con los precios de los tickets que subieron por las nubes, debido a la bajísima oferta de vuelos como consecuencia de las restricciones del gobierno y la alta demanda de pasajeros, que principalmente buscan vacunarse, encontré un valor racional para el momento: 80 mil pesos. Sin embargo, como se suele decir, lo barato cuesta caro. En mi caso, muy caro. Porque LATAM vende pasajes que después no puede respetar, lo que derivó en una serie de desaciertos, uno tras otro, por parte de la aerolínea que ahora forma parte de Delta, que llevaron a que no pueda volar y perder mi pasaje, sin ningún tipo de contemplación. Ninguna.
El pasaje original era para el viernes 21 de mayo de 2021 con regreso el lunes 25 de mayo de 2021.
Unos días después de la compra, me llega la cancelación del vuelo, ya que el gobierno argentino y la Administración Nacional de Aviación Civil, en una política errática y poco respetuosa para las compañías aéreas y los pasajeros, decidió aprobar los vuelos por quincena. (¿Cuánta previsiblilidad, no?)
A LATAM, finalmente le autorizaron los vuelos jueves y viernes. Como mi vuelo del 21 de mayo era un viernes, la ida ya estaba garantizada. El gran problema empezó a surgir con la vuelta (y sus correlatos).
El vuelo de vuelta
Primero, desde LATAM me indicaron que estaría volviendo el 25 de mayo en lugar del 24 de mayo, y que lo haría por San Pablo en reemplazo de la escala en Santiago o Lima.
Luego, me dijeron que la vuelta estaba garantizada vía Lima. Pero al ver la reserva, tenía sólo el vuelo Miami – Lima el 25 de mayo a las 01:50, pero no figuraba el de Lima – Ezeiza. Pedí una y otra y otra y otra vez saber qué pasaba, hasta que finalmente, el jueves 20 de mayo, un día antes de volar, me pasan el vuelo de regreso completo, con una gran sorpresa.
Miami – Lima, partiendo el 25 de mayo a la 01:50 y luego Lima – Ezeiza el 26 de mayo a las 22.30, llegando a Argentina el 27 de mayo a las 04:30, con día y medio de escala en Lima, sin poder salir del aeropuerto por las restricciones en Perú. Es decir, más de dos días para volver a Argentina, con un día y medio de escala, encerrado al estilo Tom Hanks en la película «La Terminal».
Después de pedir por favor que revean la situación, me pasaron el vuelo al 26 de mayo, partiendo de Miami a la 01:50 y llegando a Argentina el 27 de mayo a las 04:30, con 16 horas de espera en Lima.
Nuevamente inaceptable.
Del vuelo original, en el que regresaba el lunes 24 de mayo (feriado en Argentina) a volver el jueves 27 de mayo (por la madrugada), tres días después de lo estipulado, implicaba afectaciones a mis trabajos en el país, más gastos en hotelería, comidas, transporte y movilidad.
Toda esta información me la suministraron un día antes del vuelo, sin margen de maniobra. Había tiempo suficiente para avisarme.
A esto, hay que sumarle que al correrme el regreso al jueves, también afectada el resto de los días laborables, ya que al llegar a Argentina me corresponde la cuarentena de siete días, por lo que recién podría volver a trabajar el viernes de la próxima semana. Si la logística inicial funcionaba, se aprovechaban los feriados de fin de semana largo y el siguiente fin de semana y no se perdían días de trabajo físico (los virtuales los puedo manejar), no tenía que desembolsar más dinero en hoteles y comidas y transporte.
Solicité que endosaran el pasaje con otra aerolínea como American Airlines o Aerolíneas Argentinas, pero la respuesta siempre fue negativa. Supuestamente no había lugares para endosos, aunque si uno ingresaba a las páginas de esas compañías sí había asientos para regresar el 24 o 25 de mayo, tal como estaba estipulado.
(Aclaración y dato para los pasajeros: se pueden hacer endosos entre distintas compañías, más allá de los acuerdos de código compartido o a qué alianza pertenezca una línea aérea).
El gran problema surge porque en todo momento indiqué que entendía la situación y si tenía que modificar el pasaje, podía hacerlo, con ANTICIPACIÓN. Pero, enterarme un día antes de que tenía que tardar tres días más en volver a Argentina y hacer escalas ridículas de un día y medio o 16 horas era inviable.
Como miembro de la industria, comprendo que a las compañías les resulta difícil manejar la operatoria cuando tienen por detrás un organismo como la ANAC, que no les deja hacer su trabajo, aludiendo siempre cuestiones sanitarias (aunque detrás sepamos que son políticas), cuando en la práctica, la misma Administración Nacional de Aviación Civil que reduce vuelos de otras compañías, aumenta los de Aerolíneas Argentinas.
Lo que no se entiende, es cómo sabiendo la situación, LATAM vende pasajes que no puede respetar, como así tampoco dar respuestas a tiempo.
La falta de empatía de la persona de Atención al Cliente fue increíble. No hubo forma de pedir que dejaran el pasaje abierto, porque ya estaba emitido y… la «política de la compañía». ¿La política de la compañía? Hicieron lo que quisieron con mi vuelo, queriendo manejar mi economía, mi vida, mi trabajo, mi salud… y la respuesta es… ¿»la política de la compañía»? ¿En serio? Son responsables directos y ¿yo debo pagar?
Luego, la misma persona me manda la reserva del vuelo, con fechas incorrectas, para corregirla en otro mail. ¿Quién está supervisando todo esto?
Es la misma persona que se ocupó del dato de color final: los asientos.
Asientos
Previo a la cancelación y el conflicto con el vuelo de regreso, y ya que había conseguido un precio muy económico para la situación, elegí asientos para viajar más cómodo, por lo que pagué un extra de 18 mil pesos. Sin embargo, al caer el vuelo inicial (y el de vuelta), lo que había comprado quedó en un limbo.
Después de muchos reclamos sobre la situación (muchos), el mismo día del vuelo me llaman para informarme que como se habían enterado un día antes de mi solicitud (la había hecho entre dos y tres semanas antes), no tenían para darme los asientos. Y que sólo podían hacerme un reembolso. Y para hacer el reembolso debía ingresar a la página de LATAM y pedir uno por uno, lo pagado por cada asiento. ¿Yo tengo que ocuparme de eso? Ok.
Ingresé a la web y una vez colocado los datos, no aparece ninguna indicación de que el pedido se registró. No sé si el reembolso está aceptado o rechazado. Entró en otro limbo LATAM.
Todo esto surgió el mismo día del vuelo.
Por supuesto, no volé. Porque era imposible volar. Era mucho mayor el costo de pagar tres noches extra de hotel, comidas, transporte quedar desamparado en un aeropuerto por 16 horas, perder días de trabajo y otros daños colaterales.
Cuando les dije que no volaba, ¿hubo algún mensaje de empatía? Cero.
Perdí el ticket, porque no me lo quisieron reconocer, a pesar de todos los errores que cometieron. Estoy en Argentina trabajando, porque necesito trabajar y debo ser responsable con mis funciones en los medios de comunicación que dirijo, los programas de radio que conduzco y los clientes que asesoro.
LATAM vende pasajes que después no puede respetar. Algo de responsabilidad es de la empresa y otra parte del gobierno argentino que no da previsiblidad a ninguna de las partes. Y, obviamente, hay cientos de casos de pasajeros que pasan por situaciones similares por esta y otras compañías.
Two to Tango
Este relato es mi experiencia personal con LATAM, para alertar a los pasajeros sobre lo que puede pasar. Y a pesar de todo mi background, todos mis reclamos y pedidos con anticipación (mucha anticipación) quedaron en la nada.
Mis artículos publicados a lo largo de años, buscan encontrar el lado positivo a las situaciones, promover la hotelería, la gastronomía, las aerolíneas y el turismo en general. Y aunque aquí hay una crítica, también hay un mensaje.
La industria del turismo es una fuente de ingreso para muchas personas y hay que apoyarla todo lo que podamos. Pero cuando se cometen atropellos como estos, en donde prima la codicia por sobre la razón, hay que sacarlos a la luz. Porque hoy más que nunca, en un país en donde la distopía es protagonista central hay que elevar la vara. Y como se dice «se necesitan dos para bailar el tango». Si uno de los dos no baila, es imposible.
Viajero y creador de contenidos sobre turismo, series y películas para CONOCEDORES.com®
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