Por qué fracasar es el camino a lograr el éxito

La mayoría de las personas no alcanzan sus sueños porque temen fracasar. Según la definición de Google, el fracaso es «la omisión de una acción esperada o requerida». No es algo grave. Simplemente significa que las cosas no salieron como se esperaban.

Muchas personas prefieren reducir sus expectativas para evitar el fracaso, ya que desean evitar las emociones negativas asociadas. Sin embargo, esta actitud irónicamente implica huir de algo que está bajo su propio control: cómo se sienten frente a una situación adversa.

Thomas J. Watson afirmó: «Si quieres tener éxito, necesitas duplicar tu tasa de fracasos». Esto resalta que cuanto mejor se maneje el fracaso, más disposición habrá para aprender y mejorar en el camino hacia el cumplimiento de las expectativas.

Fracasar significa no cumplir con las propias expectativas, mientras que el éxito implica cumplirlas. La única manera de lograrlo es practicando, enfrentando errores y aprendiendo qué no funciona.

¿Qué pasaría si adoptáramos una actitud de apoyo hacia uno mismo al fracasar? Esto implicaría tratarse con respeto, aprender de los errores y reforzar la autocompasión en lugar de rendirse o castigarse.

Es como cuando un niño está aprendiendo a caminar. Cuando se cae en el intento le aplaudimos y hacemos lo posible para incentivarlo a que siga intentándolo. Pero cuando somos jóvenes y adultos se nos olvida como fracasar y lo vemos de una manera muy negativa, nos rendimos, nos autocastigamos y nos preguntamos porque será que no avanzamos.

Un enfoque compasivo no solo fomentaría una mayor disposición a actuar, sino que también incrementaría la capacidad para asumir riesgos, que son esenciales para el éxito. Este cambio de mentalidad haría que el fracaso se percibiera como una oportunidad de crecimiento en lugar de un obstáculo.
El fracaso tiene un valor significativo porque construye fortaleza y confianza.

Cada vez que una persona se levanta después de caer, se vuelve más resiliente. Intentar y fallar refuerza la confianza en la capacidad de superar los desafíos, de adaptarse y de seguir avanzando.

¿Qué ocurriría si en nuestra sociedad se mirara el fracaso como una habilidad que se puede practicar y mejorar? Con esa perspectiva, el fracaso no sería un enemigo, sino un aliado en nuestro camino hacia lograr éxito.