A finales de enero de 2019, inauguró un novedoso aeropuerto en Israel, ubicado en el medio del desierto, que sorprendió por no sólo por su arquitectura, sino por los retos de ingeniería que debió vencer.
A pesar de su milenaria historia, es un país relativamente nuevo. En 1947, las Naciones Unidas aprobaron la participación de Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe. Así, el 14 de mayo de 1948 Israel declaró su independencia.
Y durante más de medio siglo, los aeropuertos de Israel han estado en contraste con otras áreas más avanzadas, mostrándolos bastante desactualizados.
Ahora, todo cambió con el renovado aeropuerto de Ilán y Asaf Ramon, una estructura moderna ubicada en el medio del desierto, a unos 18 kilómetros de la localidad de Eilat en el Mar Rojo y del puerto jordano de Aqaba.
Está geográficamente más cerca de las fronteras de Jordania, Egipto y Arabia Saudita que de Jerusalén o Tel Aviv, al norte.
La estación lleva el nombre del astronauta israelí Ilán Ramon, que falleció en el accidente del transbordador espacial Columbia en 2003, y de su hijo, Asaf, un piloto de la Fuerza Aérea israelí, que perdió la vida durante un ejercicio de entrenamiento.
Construir el edificio demandó una inversión de más de 470 millones de dólares.
«Debido al clima extremo, la construcción, a veces, comenzó después de la puesta del sol, donde se usaron proyectores para iluminar el área», explicaron los arquitectos responsables del proyecto, a la revista especializada Architectural Digest.
«De hecho, el ambiente era tan difícil que el equipo tuvo que mezclar el cemento en el lugar dentro de las cámaras de hielo masivas para permitir que se secara una vez que se aplicaba a una superficie».
Lo que hace que este aeropuerto sea tan diferente de la mayoría de los otros en el mundo no es solo su ubicación, sino también el hecho de que gran parte de la infraestructura técnica se emncuentra bajo tierra.
Esto incluye el área a través de la cual los vehículos públicos y privados viajan para dejar y estacionar. Además, el manejo de equipaje, los procesos de seguridad y otras operaciones técnicas se ubican bajo tierra.
«Debido al calor, no usamos tragaluces en el diseño, que es una solución típica para permitir que la luz natural entre en una terminal del aeropuerto. En cambio, hicimos dos patios centrales, que esencialmente trajeron luz al núcleo del edificio sin sobrecalentar el espacio».
Así luce el fantástico aeropuerto: