Cómo recorrer gratis Nueva York en este original barco
Es una propuesta disponible para este verano que vale la pena aprovechar

Conocedores.com
Es una propuesta disponible para este verano que vale la pena aprovechar
Si vamos a visitar Nueva York durante este verano y nos gustaría pasear en barco, tenemos una oportunidad única.
Es que la original embarcación, llamada Flow Separation, que se puede ver en las imágenes de este artículos estará navegando como parte de una propuesta diferente.
Flow Separation es un proyecto del artista neoyorquino Tauba Auerbach, que transforma el histórico Fireboat John J. Harvey en un original barco contemporáneo.
Creado por el pintor británico Norman Wilkinson durante la Primera Guerra Mundial, los patrones originales fueron pintados en barcos para distorsionar ópticamente sus formas, confundiendo submarinos enemigos que rastreaban su distancia, dirección y velocidad.
Durante este verano neoyorquino y hasta finales de septiembre, este barco bordeará la ciudad los fines de semana y el precio por subir a él será cero.
Claro que hay que encontrar un lugar (que por la gratuidad y lo interesante no es tarea sencilla) y podemos hacerlo en el sitio de Public Art Fund, quien está detrás del proyecto, aquí.
Con diferentes horarios para sábado y domingo, navegar en Flow Separation es toda una experiencia y por su particularidad asegura ser un escenario perfecto para instagramear.
CONOCEDORES.com® es la revista de viajes más leída de Latinoamérica, con el equipo de expertos más talentoso, reviews y producciones exclusivas y recomendaciones para viajar mejor.
Some of our content may contain marketing links. If you buy or subscribe from a CONOCEDORES.com® link, we may earn a commission. Our editorial teams and journalists are not influenced by our affiliate partnerships.
La capital del Reino Unidos es un destino perfecto para un viaje familiar. ¿Qué hacer y ver en Londres con chicos?
El país es reconocido mundialmente por sus vinos. Por eso, repasamos 3 viñedos para visitar y alojarse en Chile
Cada vez son más los países que cobran impuestos a los turistas, en algunos casos para preservar el patrimonio y otras para financiar infraestructuras locales