Cuáles son los orígenes de la fumata blanca en la elección de un Papa

La elección de un Papa es uno de los rituales más solemnes y observados de la Iglesia católica. Entre los símbolos más reconocibles de este proceso está la fumata blanca, el humo blanco que se eleva desde la chimenea de la Capilla Sixtina y que anuncia al mundo que el cónclave ha alcanzado un acuerdo: un nuevo sumo pontífice ha sido elegido. Pero, ¿de dónde proviene esta tradición? ¿Cuál es su origen y cómo evolucionó con el tiempo?

El uso de señales de humo para comunicar decisiones del cónclave es relativamente moderno en la larga historia de la Iglesia. Aunque los cónclaves existen formalmente desde el siglo XIII, fue en el siglo XIX cuando se introdujo por primera vez la práctica de quemar las papeletas de votación para producir señales visibles. La finalidad inicial no era tanto anunciar al mundo el resultado de la votación, sino garantizar la confidencialidad y seguridad del proceso, destruyendo las papeletas utilizadas.

Fue en el cónclave de 1903, que eligió al papa Pío X, donde se empleó por primera vez una forma primitiva de fumata blanca y negra para indicar el desarrollo del proceso. Sin embargo, la práctica no fue regularizada hasta el cónclave de 1914, cuando se instauró el uso sistemático de dos tipos de humo: fumata negra para señalar que no se había alcanzado una mayoría suficiente, y fumata blanca para anunciar la elección definitiva de un papa.

El humo negro se producía quemando las papeletas junto con paja húmeda o productos químicos para generar un color oscuro y denso. La fumata blanca, en cambio, se obtenía al quemar solamente las papeletas secas, lo que generaba un humo más claro. No obstante, durante buena parte del siglo XX, estas señales no siempre fueron claras para quienes esperaban noticias en la plaza de San Pedro, lo que generó confusión en más de una ocasión.

Fue a partir del cónclave de 2005, que eligió a Benedicto XVI, cuando el Vaticano decidió utilizar productos químicos especiales para asegurar una mayor claridad en el color del humo. Además, desde ese mismo año se acompaña la fumata blanca con el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro, confirmando de manera inequívoca que el nuevo papa ha sido elegido.

Hoy, la imagen del humo blanco elevándose sobre la Capilla Sixtina es un momento de profundo simbolismo y emoción para millones de católicos alrededor del mundo. Este sencillo pero poderoso gesto comunica unidad, continuidad y renovación espiritual. Aunque su origen es relativamente reciente en términos históricos, la fumata blanca se convirtió en uno de los signos más universales de la tradición del Vaticano.