Los mejores carnavales en Argentina: Gualeguaychú, Corrientes, Salta y más
De los brillos de Gualeguaychú y Corrientes, pasando por la protesta y la ironía en Buenos Aires, una guía con los mejores carnavales de Argentina
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Gualeguaychú, Corrientes, Salta, Buenos Aires, Jujuy y Salta, son sólo algunos de los mejores carnavales en Argentina. Esta fiesta tiene sus orígenes durante la imposición de la cuaresma previa a Semana Santa, cuando la iglesia prohibía comer carne o beber alcohol.
Así, nacieron los días del adiós a la carne, o carne-vale, en los que el pueblo se entregaba de lleno al placer. La fiesta evolucionó en Europa, y hacia fines del siglo XIX llegaría a Latinoamérica, donde fue tomando identidad propia en cada uno de los lugares donde se arraigó, con el aporte de las culturas originarias.
En Argentina, las culturas indígenas del norte se fusionaron con la influencia española; un sincretismo del que nacieron carnavales únicos como los que se celebran en Jujuy y Salta. En el litoral, en los carnavales de Gualeguaychú y Corrientes, hoy dominan las comparsas de influencia brasileña, que a su vez heredaron las costumbres africanas y europeas.
En Buenos Aires, las murgas, de influencia española y claramente rioplatenses, vienen recuperando el brillo perdido durante la dictadura militar, cuando fueron prohibidas. Y en La Rioja, una antigua leyenda indígena le da la razón de ser a la Chaya, el carnaval vernáculo, que cada año llega acompañado de uno de los festivales folklóricos más grandes del país.
Febrero es sinónimo de carnaval.
BUENOS AIRES, ESPÍRITU BARRIAL
El carnaval en Buenos Aires es un espectáculo callejero y gratuito. Así, la capital se anima con el ritmo pegadizo y las canciones de protesta que imponen las murgas, declaradas Patrimonio Cultural de la Ciudad en 1997. Los corsos fueron prohibidos durante la dictadura militar, y renacieron al calor de la democracia. La murga es sinónimo del barrio, señal de identidad, como Los Amantes de La Boca, Los Elegantes de Saavedra o los Caprichosos de San Telmo, por citar solo un par de las más de cien agrupaciones que desfilan por los corsos organizados en los diferentes rincones de la ciudad.
GUALEGUAYCHÚ, EL MÁS LARGO DEL PAÍS (FOTO PRINCIPAL)
La fiesta carnavalera más larga de la Argentina dura dos meses y se festeja durante los sábados de enero y febrero, a los que se suman el domingo y lunes de carnaval para desfilar en el Corsódromo, donde entran 40 mil personas mil personas.
En 2022 va del 6 de enero al 12 de febrero. Son cinco las comparsas de la ciudad, pero solo tres las que acceden a desfilar cada sábado. La comparsa que suma más puntos entre todas las categorías es la campeona de la edición, y así puede volver a participar en la próxima. Las otras le dejarán lugar a las que quedaron afuera. Aquí también puede participar el público, y calzarse un traje para salir con su comparsa favorita.
CORRIENTES, LA CAPITAL NACIONAL
«El carnaval de Corrientes es muy artesanal»-define Carlos Lancieri, pasista de la comparsa Sapucay -. Hacia fines del siglo XIX, la fiesta se armaba en las calles. En la década del sesenta, con el nacimiento de las comparsas Copacabana y Ara Berá el carnaval se transformó. Hoy, desfilan en el Corsódromo Nono Alías comparsas como Ará Berá, Copacabana, Sapucay o Arandú Beleza, y agrupaciones musicales -que no utilizan carrozas- como Samba Total, Imperio Bahiano, Sambanda, Samba Show y Kamandukahia.
Hay dos fiestas: el carnaval oficial del Corsodromo y shows en el anfiteatro Cocomarola; y el carnaval barrial, del que participan más de 25 comparsas en seis noches de desfile por los barrios.
QUEBRADA DE HUMAHUACA, DONDE EL DIABLO MANDA
En el norte argentino, el festejo caló hondo: se entreveró con el culto a la Pachamama y las fiestas de la abundancia que se celebraban luego de las mingas, cuando los pueblos unían fuerzas para levantar la cosecha y al terminar se despachaban con un fiestón. Si en agosto se pide por la siembra, febrero es tiempo de cosechar y agradecer. De celebrar y dejar a un lado las preocupaciones mundanas. De cantar, beber y bailar. De sacar el diablo y festejar.
En la Quebrada de Humahuaca se celebra uno de los carnavales más auténticos del país. Rituales de una cultura ancestral e influencia española, se fusionan en esta fiesta que comienza con el “desentierro” del diablo. Cada comparsa se reúne en el “mojón” – en general en la ladera de una montaña- y se desentierra a la criatura para “decretar” el inicio del carnaval. Suenan bombas de estruendo, vuelan harina, talco y papel picado. Día tras día, las comparsas agitan las calles de los pueblos quebradeños al ritmo de huaynos y carnavalitos.
«El carnaval es sagrado para el quebradeño – sostiene Walter Apaza, investigador local en materia carnavalera- . Es alegría y es identidad. Cuando nacés, te ponen en la espalda y te llevan a carnavalear”.
SALTA, CARNAVAL DE LOS CERROS
En San Antonio de los Cobres llega el carnaval y las diversas comunidades de la zona se visten de fiesta: preparan sus cajas y cantan sus coplas. Se chaya y se agradece a la Pachamama. Se baila entre espuma, serpentina, talco y papel picado. Coplas, comparsas y corsos; carnavalitos, caporales y diablitos. Un entrevero de ritos y costumbres se dan cita, cada febrero en el corazón de la puna salteña.
“Por ahí, acá somos callados, sumisos, vivimos en los cerros, estamos en el campo. Pero para carnaval todo se transforma, nos olvidamos, no tenemos vergüenza, cantamos, hacemos todo lo que no podríamos hacer durante el año. Hay que sacar el diablo”, teoriza doña Teófila Urbano, integrante de la Comunidad Colla de San Antonio de los Cobres.
LA CHAYA, EL CARNAVAL RIOJANO
«Hay un punto de contacto entre la Chaya y el Carnaval, pero nuestra chaya es muy particular, es la fiesta de carnaval del riojano –explica Walter Montivero, periodista local -. El Carnaval es europeo, y esta celebración es anterior a su llegada. La Chaya es muy riojana”. La leyenda cuenta que la Chaya era una indiecita enamorada del Pujillay. Así, durante los días chayeros, se hacen “topamientos” y “coronaciones” en los barrios.
Acá se recrea el casamiento de la Chaya con el Pujllay. Se trata de un juego en el que dos grupos que se enfrentan en una calle donde se realiza el encuentro de las comadres y compadres. Además de celebrarse en los barrios capitalinos, en Chilecito se festeja uno de los más tradicionales de la provincia. Este 2018, los topamientos serán entre el 4 y 11 de febrero en la Plaza Cacique Coronilla. Habrá desfile de carrozas, comparsas, disfraces y la elección de la Reina del Carnaval. La chaya es también un ritmo folklórico, y un festival: La Fiesta Nacional de la Chaya, que este año va del 8 al 12 de febrero. “Chayar” también significa rociarse con agua. Todo eso es la Chaya, que se condensa en febrero en forma de carnaval.
Fotógrafo y periodista. Cronista de viajes. Autor de "Carnavaleando", primer fotolibro de carnavales latinoamericanos
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