En un palacio construido en 1914 y que en su época se convirtiera en el lugar favorito de figuras internacionales que encontraron privacidad e inspiración, ya sea para escribir canciones, casarse o simplemente descansar, el Patrick Hellmann Schlosshotel fue uno de los hoteles boutique favoritos en nuestro recorrido por Berlín.
Ubicado en Grunewald, uno de los distritos residenciales más coquetos, la «histórica villa» combina en su exterior jardines con elegantes diseños interiores by Patrick Hellmann y un servicio refinado.
Cada una de las más de 50 habitaciones tiene una decoración diferente, en un apuesta increíble de diseño en la que no faltan objetos, libros, obras de arte, cuadros y esculturas.
La paleta de tonalidades es fresca y exquisita: en algunas con colores pastel, en otras dorados y en otras blancos, negros y morados.
También sorprenden las bañeras integradas que se funden en el conjunto estilístico.
Y los ventanales nos conectan con la naturaleza de su parque.
Y, por supuesto, el monograma PHC (Patrick Hellmann Collection), se destaca con notoriedad en los almohadones.
El Patrick Hellmann Schlosshotel es la demostración perfecta de que las palabras sobran, cuando el propio lugar es el que transmite la pasión puesta en entregarlo todo para que el huésped disfrute.
La propiedad es en si misma una inmersión a la elegancia atemporal.
Y no es casualidad, que Conde Nast la eligiera para albergar el primer bar GQ de Europa occidental, para ofrecer comidas y bebidas clásicas con reinterpretaciones modernas, llevando estilo y garbo no sólo a los huéspedes sino a quienes buscan elevar sus sentidos a una nueva escala.
El sector de spa matiza el bosque de pinos con una atractiva piscina, y tratamientos de masajes o sauna.
Su área de entrenamiento está dividida en dos pequeños sectores, uno dedicado a la musculación y otro al entrenamiento aeróbico.
La deslumbrante decoración también es parte de los espacios públicos, con sofás de terciopelo, lámparas y chimeneas que recuerdan a los antiguos clubes británicos privados.
Su carácter de exclusividad lo ubica a una distancia no inmediata de los principales atractivos de Berlín, pero no es nada que no pueda subsanarse con un taxi o auto de alquiler, para llegar a destino en diez minutos. Un precio que vale la pena pagar para vivir una experiencia varios escalones por encima de un hotel boutique tradicional.